Prisioneros judíos húngaros caminan hacia las cámaras de gas en Auschwitz (mayo, 1944) creyendo que van a las duchas; pero en el rostro de los niños parece reflejarse premonitoriamente el miedo ante su brevísimo futuro.
Entrada al campo de concentración y exterminio de Auschwitz
El salvaje cinismo del lema sobre la barrera de entrada al campo ("El trabajo hace libres") despertaba esperanzas de libertad en los prisioneros y es una muestra extrema del atroz refinamiento de la crueldad. Quien forjó las letras (seguramente prisioneros, quizás algún artesano del hierro polaco o un herrero gitano) cometió un error con la letra B, que parece colocada al revés. Hay quien piensa que es una señal secreta de rebeldía.
La extraña maldición de la letra B alcanza también al producto con que estos prisioneros eran gaseados, el pesticida Zyklon B.
Hoy hace 80 años el ejército soviético liberó Auschwitz y el mundo tuvo que conocer, sin poder ya mirar hacia otro lado, el inmenso horror que se ocultaba tras sus alambradas.
¿Qué hemos aprendido después de aquella horrible masacre?