viernes, 30 de octubre de 2020

CORONACUENTOS (20): AGUA BENDITA

 

El Dolor Universal que se había expandido por el planeta le hizo volver los ojos al Dios de su infancia. Quizá también tuviera que ver en ello la edad, esa incierta travesía plagada de amenazas que comienza a los sesenta. Sea como fuere, a veces brotaba en su interior la  tardía necesidad de un Padre, ahora que ya era abuela.  En el fondo le daba igual que fuera protector o justiciero, tanto consuela sentirse amparada como tener a quien reprochar las desgracias.

Entró en la iglesia con cierto aire clandestino, como quien lo hace en un local de apuestas. Recordó aquellos tiempos casi medievales en que la obligaban a ponerse un velo para ir a misa. A la derecha de la puerta, esperándola desde siempre en la penumbra, entrevió la pila de  piedra. Dudó un momento. Hacía más de cuarenta años que no realizaba el gesto de mojarse los dedos en el agua bendecida y persignarse mientras musitaba una jaculatoria. Si se decidía a completarlo, aquel sencillo ritual podía dar un vuelco a su vida y arruinar su bien trabajada condición de descreída. Por la grieta de su razón desencantada penetraría el poderoso, subyugante torrente de lo sagrado.

Un poco de soslayo, alargó la mano y la metió en la pila: estaba seca. A tientas, topó con algo extraño. En el lugar del agua bendita había ahora un dispensador de gel hidroalcohólico.


sábado, 24 de octubre de 2020

LA SOPLADORA







Se lo tenía bien organizado. Su contrato como camarera en un chiringuito de la playa finalizaba en septiembre. Regresaba entonces a casa, a su ciudad pequeña de interior y solicitaba una plaza en el Ayuntamiento. No solía haber problemas para conseguirla.

Todos los años por esas fechas reforzaban la brigada municipal de limpieza. La broza se acumulaba en las calles y, especialmente, en el parque.

La primera mañana, cuando arrancaba el motor del soplador, era para ella una fiesta. Le aguardaba un mes de disfrute y poderío. Las generaciones de hojas amarillas se sucedían. Los paseos alfombrados de color le parecían las galerías de un palacio de cuento. Se sentía una diosa dominadora de un pequeño vendaval. Los niños la miraban con envidia mientras provocaba torbellinos.

Todo esto, con ser mucho, palidecía al lado de su placer más íntimo: cosechar tanta belleza justo antes de que iniciara el camino hacia la putrefacción.




 

jueves, 22 de octubre de 2020

YIN/YANG

 


El mismo cielo, desde el mismo lugar, a la misma hora. 

Con solo cambiar la dirección de la mirada, el fotógrafo obtuvo imágenes de sugerencias contradictorias. 

Hacia el mar, la serenidad, la placidez, la armonía. 

Alguien parece caminar sobre las aguas. Una gaviota solitaria, apenas un punto sobre una roca que aflora, parece absorta frente a la grandeza del horizonte:








 Hacia la tierra, nubarrones dramáticos que sugieren una boca a punto de devorar unos árboles desnudos, un gran pez extraviado en el cielo de la tarde:







viernes, 16 de octubre de 2020

EL CORAZÓN DEL ROBLE

 






Royó el tiempo

la madera tan dura del duramen:

ahora su corazón

es tan solo de aire.

Pero sigue viviendo

en la alegría de las ramas.

Sigue latiendo

con el pulso lejano de los vientos,

con la cadencia amable de la ausencia,

con el trino florido de algún pájaro.

El viejo corazón del viejo roble

ha aprendido a ser otro,

a diseminarse. 

domingo, 11 de octubre de 2020

BARDERA







El paisaje frunce el ceño. 

Una ceja oscura  

sobre el ojo de la cordillera. 

El aliento tibio de los montes

se hace nube.

Humo de un incendio remoto.

El primer frío del otoño 

nos arruga también el rostro,

impacientes por saltar

las bardas del horizonte

para perseguir el recuerdo del verano.

Por si lo habíamos olvidado

las ovejas nos recuerdan

el valor de la lana,

esos vellones cálidos

parecidos a nubes.

Todo se corresponde.






Si hubiera un diccionario poético, así podríamos acercarnos a la palabra Bardera. No sé si la emplearán los meteorólogos. No sé si figurará en el Atlas de Nubes. Pero aquí, en cuanto alguna persona mayor la pronuncia, sabemos que ha llegado el frío de verdad. Y corremos a encender la lumbre.


viernes, 9 de octubre de 2020

LA TEJEDORA

 







-No sirves para nada -le gritaban.

-Te morirás de hambre -le auguraban.

-¡Poeta! -la insultaban.

Pero ella no hacía caso. Que las otras alardearan de sus míseras capturas. Ella estaba fascinada con las gotas de rocío apresadas en su tela que brillaban al primer sol de la mañana con un fulgor extraño y cautivador.





martes, 6 de octubre de 2020

PIEL DE CORDERO

Hubo en tiempo en que los lobos tenían que disfrazarse de corderos si querían tener algún éxito en su intento de engañar para depredar. Ya no se toman la molestia: no lo necesitan. Se presentan a cara descubierta ante la multitud congregada y el rebaño -democrática, entusiásticamente- los elige para conducir su destino. Hay quien piensa que el rebaño no sabe lo que hace; y, sin embargo, si creemos a los optimistas antropológicos, nunca el rebaño ha tenido más medios para saber lo que hace. 

Quizá el peligro radica, pura y simplemente, en ser rebaño.

                                                                       

                                                                                                    (Mateo Ortiz, pensador derrotista)

sábado, 3 de octubre de 2020

FALSO LLANO

 


Hay un tramo del recorrido, entre el km 7.5 y el 8.1, en que el corredor tiene la  clara percepción de que, en ambas direcciones, el camino toma una leve inclinación descendente que sus piernas agradecen soltándose con alegría. 

Muchas veces el corredor se ha preguntado, intrigado, si esta imposibilidad física se explica por una ilusión óptica, por un deseo aliviador del cansancio, por un espejismo de músculos y pulmones ansiosos de encontrar motivos para continuar. Y muchas veces también el corredor ha estado tentado de convertir esos 600 metros en un circuito cerrado, ida y vuelta, ida y vuelta, un bucle  feliz, y así disfrutar de una inacabable cuesta abajo  que le libre de la certeza de pagar con el dolor de las subidas la felicidad de bajadas. 

Pero un destello de sabiduría le hace desistir: no hay que abusar de los engaños favorables no vaya a ser que el hechizo se acabe o, lo que aún es peor, sea sustituido por una maldición. Como en la canción: "Y cuando bajo, y cuando bajo, se me hace cuesta arriba la cuesta abajo."