domingo, 11 de mayo de 2025

CICLAMOR

 

Los árboles, como los animales, han sido siempre sujetos predilectos de nuestras fabulaciones (Nunca van a protestar por el abuso).

Más allá de la belleza —tan obvia que casi empalaga— de este árbol florido, la literatura botánica lo ha abrumado de mitos y leyendas, algunas de ellas ya sugeridas en su variedad de nombres (ciclamor, árbol del amor, árbol de Judas…) y casi siempre basadas en falsedades o en apreciaciones muy discutibles.




Lo del árbol de amor procedería de las flores ¿en forma de corazón?

La referencia a Judas se basa en una tradición según la cual el apóstol traidor se ahorcó de la rama de uno de estos árboles. (Parecen muy endebles para soportar el peso de tamaña culpa y podrían haber convertido el suicidio en un ridículo acto fallido.)

El color púrpura de sus flores lo convirtió en el favorito de los emperadores bizantinos que lo mandaron plantar abundantemente en la actual Estambul.  Por cierto, el color púrpura, símbolo del poder (de ahí la expresión «el peso de la púrpura»), era de exclusivo uso imperial).




Para los predicadores y moralistas, el artero hechizo de estas flores que atraen a las incautas abejas y las ¿envenenan con su emponzoñado néctar?, cayendo muertas entre sus pétalos, era la imagen misma del poderoso atractivo letal de todo lo bello y placentero.




Parece propio de la humana condición no saber conformarse con disfrutar de lo que se nos regala a primera vista, contaminando la naturaleza con nuestras obsesiones, nuestros pecados, nuestros deseos, nuestras ansias.


                                                (Fuente: Wikipedia)


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