En este lugar de último retiro escasean los recuerdos: son el bien más preciado y el más amenazado. Quien
tiene alguno se esfuerza en guardarlo como un tesoro. Por las noches, antes de
que el sueño llegue, solemos pensar en ellos, los mimamos, les sacamos brillo.
La única
fiesta que celebramos aquí es la fiesta del árbol. El árbol de los recuerdos.
En cada hoja escribimos un recuerdo, el más preciado, y entre todos conseguimos que el árbol sea frondoso. Pero a
él también le llega el otoño, ¿sabes?, a caballo de ese viento traicionero del
olvido, y con él la sequedad amarilla de las pérdidas. Y antes de que ese
viento me arrebate también las palabras quiero decirte algo:
«La última
hoja del árbol de mis recuerdos lleva escrito tu nombre. Cuando esa hoja caiga,
llegará el verdadero invierno, el tiempo vacío, y ya todo dará lo mismo.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario