Mientras al otro lado del mundo las montañas jóvenes arrojan fuego de sus entrañas, en nuestra tierra las cumbres viejas y apagadas de Cebollera aún se dejan seducir -sin importarle que sea junio- por la fría caricia de la nieve. Aunque en la segunda de las fotos las nubes crean casi la ficción del humo. Como dice la canción: "Soñé que la nieve ardía..."
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