"Cual la generación de las hojas, así la de los hombres"
(Homero)
Breve ha sido el viaje de la gota de lluvia desde la nube hasta perder su individualidad en la masa común del río y emprender otro viaje en el que ya no es ella, agregada sin remedio a un destino más grande. Pero en el último segundo, antes de desaparecer, encuentra la perfección, se revela su vocación de belleza y deja su firma efímera sobre la lámina tersa del agua: la geometría sencilla e insuperable del círculo en el que ella es el centro.
Parafraseando al clásico de los clásicos podríamos aventurar, no sin melancolía, que la sucesión de las generaciones de los hombres es como la de las gotas de lluvia que caen sobre el río una tarde cualquiera.
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