Sobre la grisura de la acera, alguien ha tenido la feliz ocurrencia de aprovechar las grietas del pavimento para hacer una ingenua composición al estilo Mondrian. Seguramente sin saber quién fue Mondrian. Sin importarle que los descuidados viandantes la pisen una y otra vez. O quizá para eso. La humildad impagable del arte. Un regalo de color para los ojos vencidos por el "spleen" urbano.
Bienaventurados los que descubren el rastro de la belleza en los lugares más insólitos.
Bienaventurados los que descubren el rastro de la belleza en los lugares más insólitos.
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