domingo, 3 de mayo de 2020

ESTRAFALARIO ELOGIO DE LA MASCARILLA




En su forzoso retiro -que a un misántropo declarado como él no le resultaba especialmente mortificante- cavilaba Ortiz sobre el uso de las mascarillas en las actuales circunstancias de emergencia sanitaria. Y no le encontraba más que ventajas a su uso generalizado, que él sancionaría como obligatorio.

"Además de sus evidentes beneficios para prevenir el contagio -no hay palabra menos agradable para un solitario que esta- la mascarilla vela una parte de la cara imprescindible en la expresión de emociones. La boca y sus alrededores con todos los músculos implicados quedan así felizmente ocultos. Ese semáforo delator es sustituido por una superficie neutra, impasible. Se nos ahorran así sonrisas de felicidad, muecas de asco, mohínes irónicos, labios abiertos por el asombro y besos de Judas. La máscara es el rostro de la tragedia: bien lo sabían los griegos, y por eso los actores la portaban. No estamos para sentimientos ajenos, bastante tenemos con gestionar los nuestros y con procurarnos un poco de estabilidad anímica..."

Y en su delirante cruzada a favor de la imperturbabilidad  concluía Ortiz:  "Creo que sería muy conveniente universalizar su uso cuando este virus sea vencido. ¡Qué magnífico descanso! ¡Qué bello espectáculo, de ciudad asiática, todo el mundo desprovisto de gestos, que tanto complican la vida! Algo bueno nos habría traído la pandemia."

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