domingo, 15 de marzo de 2020

QUINCE DÍAS



15 días de pausa, de tregua, de sosiego.

15 días para aquietarse, para mirar hacia adentro, para ver llover por la ventana. Para sentir que la casa sigue siendo el refugio milenario que siempre fue, que en su pequeño espacio puede caber el mundo.

15 días de coches aparcados, de aceras vacías, de silencio. Descanse la ciudad de tanto tráfago, sean los parques, por unos días, un territorio virgen. Que resuenen en las calles los pasos del solitario, las campanas, los trinos joviales de los pájaros que buscan compañía. Oigamos el silencio.

15 días para aprender la lecciones más antiguas, las que nuestra generación nunca había aprendido: que somos frágiles, provisionales, que siempre estamos a un paso del abismo, que el pan es un milagro, que nada se ha de dar por descontado, que solo nos salvamos si estamos juntos, que podemos ser el cielo o el infierno para los otros (está en nuestras manos la elección), que podemos propagar dolor o consuelo, que la alegría es tan contagiosa como la enfermedad, que el miedo es el virus más letal. Que la solidaridad es la forma más sabia del egoísmo.

15 días para leer esa novela larga que lleva mucho tiempo esperándonos, para escuchar la música que cura, para dejar que el tiempo pase sobre nosotros su lenta mano acariciadora, para repasar tantas fotografías condenadas al olvido. Para  anular la distancia que nos separa de los más cercanos. Para contarnos cuentos al amor de la lumbre. Para aplazar el beso y el abrazo, para desearlos más, para buscar en nuestro interior el manantial de la bondad.

15 días de soledad impuesta que pueden convertirse en soledad sonora, creativa, en un descubrimiento.

15 día de hibernación, de invierno obligatorio, que nos harán amar más la primavera.

Y cuando esto acabe, cuando el aciago contador se detenga, cuando terminen la cuaresma y la abstinencia, salgamos fuera -un poco pálidos, un poco alucinados- y volvamos al beso y al abrazo, a la terraza y a las calles, al trabajo y al ocio. A la palabra cercana, al roce, a la caricia.  A la amistad que no respeta el metro y medio de distancia. Volvamos a la vida, resucitemos.

Nos aguarda la luz.


Volveremos a ser  nosotros, pero ya no seremos los mismos.

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