Tú, sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte, te desvaneces,
como la llama, como el sonido,
como la niebla, como un gemido
del lago azul.
(G. A. Bécquer)
Estamos en año becqueriano, pues en diciembre se cumplirán 150 años de la muerte del poeta sevillano. Buen momento para recordar que -algo que ocurre muy excepcionalmente- su poesía es patrimonio colectivo, no solo pasto de historiadores de la literatura, críticos y lectores eruditos. En ella se celebra ese extraño -por inusual- milagro de la fusión de lo culto y lo popular. Poesía para adolescentes y para profesores universitarios, poesía de carpeta y de cátedra, poesía de honda sencillez inagotable. Una lección de difícil aprendizaje en tiempos en que la lírica se bifurca en direcciones irreconciliables.
He creído descubrir ese espíritu becqueriano difuso en esta pintada callejera con sus puntos suspensivos, su suave asonancia y ese carácter evanescente de la persona querida, como un rayo de luna inaprehensible.
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