Obligado por las
circunstancias a prescindir de su amena tertulia alrededor de la mesa de un
bar, Afrodisio Aguado no se resignaba a vivir sin platicar, aunque fuera a
través del guasap. Estaba convencido de que uno de los efectos colaterales de
la reclusión sería el aumento exponencial de la producción literaria:
proliferarían los diarios de los días de la peste (él prefería esta palabra o
la de plaga, de tan siniestras
resonancias, a la de pandemia), las
novelas distópicas, los ensayos sobre un cambio de paradigma social, los
poemarios jeremíacos, el humor de todos los colores. Y lanzó al aire, en el
grupo creado al efecto, está pregunta: ¿Por qué la literatura y la peste se
llevan tan bien? Sus aburridos compañeros de tertulia no tardaron en inundar su
móvil con las más variadas respuestas:
-La literatura es planta de interior, flor de
invernadero.
-"Se canta lo que se pierde".
-"El dolor nos vuelve locuaces".
-Odiamos la desgracia en la vida real, pero la buscamos
con perversa fruición en la ficción.
-Sin carencia no habría literatura: rellenamos con
palabras el vacío existencial.
-La felicidad es mal asunto literario, resulta obscena y
aburrida. El infortunio, por el contrario, es muy imaginativo, no se repite.
Algo parecido dijo Tolstoi al comienzo de Ana
Karenina.
-Hay que estar muy desocupado para dedicarse a esa cosa
tan extraña de escribir.
-Nos gusta imaginar situaciones catastróficas: es una
forma de exorcismo.
-Lo excepcional nos conmociona y muestra nuestros
límites.
-Como la guerra,
como todas las situaciones extremas, la peste revela lo mejor y lo peor del ser humano. Es un amplificador emocional y dibuja con precisión los personajes del
bueno y del villano.
-El enclaustramiento es fuente de conflicto. Sin
conflicto no hay historia.
-La peste convierte lo cotidiano en lucha, saca a la luz
la épica oculta que el estrato más elemental de la vida -la supervivencia-
esconde.
-Los universos cerrados son muy golosos para cualquier
escritor.
-La literatura nos consuela del malestar vital.
-La peste, con su secuela de cautiverio y de muerte,
constituye una gran metáfora de la existencia.
-Cuanta menos vida, más literatura.
(...)
Ante tal aluvión de opiniones, Aguado dio por cerrado
este ciclo y abrió otro nuevo: "¿Qué creéis que habrá cambiado cuando
vuelva la normalidad?"
No hay comentarios:
Publicar un comentario