Cuántas veces, de niño,
asistí a ese milagro
elemental y mágico
del agua regalada,
a su exacta frialdad,
a la pureza humilde
que atesora la roca.
Y cuántas veces vi,
asomado al brocal,
mi imagen pequeñita
peligrar temblorosa
en el abismo hondo
del pozo en el jardín.
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