Aunque
resulte difícil de creer, era feliz el hámster en su jaula, moviendo sin cesar
la rueda que a ningún sitio conduce. Hay que decir en su descargo que, en sus
anteriores vidas, de las que tenía oscura memoria, había sido niño hiperactivo
mal diagnosticado, filósofo existencialista, oso perezoso y lapa de roca, entre
otros avatares.
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