-...Y
ya para terminar repita conmigo: "El colibrí ha puesto sus huevos en la
arena".
-"El colibrí ha puesto sus
huevos en la arena".
-Perfecto. Esto es todo.
Enhorabuena.
El
paciente, ufano, apretó con fuerza la mano del psicólogo y se compuso el pelo
ralo y pajizo sobre el cráneo al abandonar la consulta.
Su mente preclara priorizó. Nada en el mundo era más importante. Los
demás asuntos, por graves o urgentes que fueran, podían esperar: "Malas
noticias para quienes desearían que no estuviera capacitado. Acabo de superar
el test.", tuiteó ufano desde el cómodo sillón del Salón Oval. Sobre el escritorio, nunca a más de tres metros de él, descansaba, no exento de zozobra, el pesado maletín nuclear.
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