lunes, 10 de julio de 2017

FLOR DE CALABACÍN










     Nadie cantará tu belleza, nada arbitraria ni presuntuosa, estrella grande en el cielo verde de las hojas, alarde tropical de flor carnívora en la jungla civilizada del huerto. Tu belleza tranquila, hexagonal, un poco arrugada, madruga porque sabe que va al trabajo y se cierra enseguida; tu sexualidad doméstica solo espera la llegada de un insecto que, al profanarla, la fecundará.

     Nos gustan las flores sin porqué ni para qué, las que malgastan ociosamente su hermosura, las que parecen libres del ciclo de la utilidad, y despreciamos las que producen, las que se pueden comer, las que se sacrifican por el fruto. Pero en esta mañana después de una noche de tormenta, ofrecida a la luz y a la promesa, bella flor de calabacín, has obrado el milagro: los ojos del hortelano te han visto con ojos de poeta. 



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