jueves, 13 de julio de 2017

DIAMANTE (1)



          Rica, hermosa y joven todavía, la viuda parece una lujosa embarcación deslizando por el paseo marítimo su cuerpo agasajado por el sol, el agua y los costosos tratamientos de belleza. El petardeo de una moto de escasa cilindrada no la va a desviar de ese itinerario invisible que la hace erguirse con elegancia de ave acuática, la cabeza en alto, la pisada avasalladora. Una mano se extiende como un tentáculo desde la moto y en un lance bien entrenado le arranca de un tirón el diamante que fulge sobre la piel morena en el valle de sus senos. Ella no grita, no protesta, no presentará denuncia. Apenas si se extraña. Acaba de librarse de la promesa que le hizo en su lecho de muerte. "Llévame siempre junto a ti, como a un caminante perdido, mis cenizas convertidas en el más hermoso cristal entre la doble colina de tu pecho". "Siempre, querido".


          

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