jueves, 27 de abril de 2023

PELOS

 

Desde muy joven tuvo que aguantar pullas por su carácter apocado, por su tendencia a no traspasar los límites de lo establecido, a rehuir el riesgo.

—¡Suéltate el pelo! —le decían, le aconsejaban, le recriminaban.

Su profesión de funcionario no ayudaba.

Cuando se jubiló, contra lo que él mismo se había pronosticado, no echó en falta nada de su vida anterior: la rutinas, las obligaciones, la  existencia ordenada. La probidad, el control.

Creyó llegado el momento, su momentum.

—¡Voy a desmelenarme!

Pero nadie advirtió la diferencia: llevaba muchos años completamente calvo.

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