martes, 3 de enero de 2023

LA ASTRONAUTA

 

Tenía la costumbre de llevar siempre un regalo, aunque solo fuera un pequeño detalle, cuando era invitada a una casa. Solía acertar con el obsequio adecuado porque era hábil en adivinar lo que podía hacerle ilusión a la otra persona. Pero esta vez hubo de pensarlo mucho: le daba la impresión de que su gesto iba a ser más trascendente. Al fin creyó haber encontrado lo que buscaba.

Cuando alunizaron, sus compañeros estaban muy preocupados de los aspectos técnicos de la operación y de dar una buena imagen para la posteridad. Ella solo pensaba en la luna y en esa extraña solidaridad de mujer a mujer que se había despertado en ella.

         —Te he traído algo. Espero que te guste.

La grabación contenía sonidos: el murmullo de una fuente, el canto de unos pájaros, la risa de una niña, el susurrar del viento entre las copas de unos árboles. Por un momento,  la luna pareció escuchar y animarse con la nostalgia de lo que no pudo ser, de un mundo azul e inaccesible, y brilló sonriente y agradecida a la primera mujer que hollaba su superficie.

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