lunes, 28 de marzo de 2022

TRES SUBLIMES LOCOS ALEMANES


HÖLDERLIN: Después de escribir algunos de los poemas más grandiosos de la literatura alemana en los que funde la tradición de la poesía clásica con la nueva sensibilidad romántica, sus periódicas crisis mentales se convierten en un trastorno permanente que aconsejan su internamiento en una clínica. Considerado incurable, el carpintero Zimmer, gran admirador de su obra, lo acoge en su casa como uno más de la familia y allí, loco apacible, vivirá los treinta y seis años que le restaban de vida. Alejado de la poesía, pronunciaba con frecuencia una sola palabra enigmática: Pallaksch, Pallaksch. 


NIETZSCHE: Buena parte de su pensamiento filosófico se apoya en el rechazo de la moral cristiana heredada (era hijo de pastor), que considera propia de esclavos y basada en la compasión.

El último episodio antes de sucumbir a las fuerzas oscuras de su mente prodigiosa y de ser internado nos lo muestra en Turín, abrazado a un caballo que está siendo azotado ferozmente por un cochero y suplicando piedad para el pobre animal.


LUIS II DE BAVIERA: Melancólico y soñador, amante de la soledad, prefería la música de Wagner  o bañarse en un lago con un amigo a las encorsetadas fiestas palaciegas o los desfiles militares. Lo tildaron de loco porque hablaba con los campesinos sin etiqueta y gastaba su dinero en sus pasiones artísticas. Hijos de su fantasía de otra época son los bellos palacios y castillos que hizo construir: Linderhof, Herrenchiemsee y Neuschwanstein.


Hay locos y locos.

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