miércoles, 17 de junio de 2020

LA PANDEMIA, EL PANDEMÓNIUM, PANDORA Y LA PANACEA





Comparten el elemento 'pan' -del griego, 'todo',-  y viven muy cerca en el diccionario, aunque, por lo demás, sus existencias discurrían hasta ahora por cauces separados. Pero últimamente las estamos haciendo convivir a la fuerza, mezclando sus significados.

Literalmente, una 'pandemia' sería una reunión de mucha gente (justo lo que no se puede hacer en una pandemia) y 'pandemonio' es la asamblea de todos los demonios, un lugar lleno de ruido y confusión. Con mayúsculas, Pandemónium se refiere a la imaginaria capital del reino infernal.

La situación crítica que estamos atravesando ha abierto la caja de Pandora (también con -pan en su etimología: la que todo lo ofrece) y de ella han salido todos los hispánicos demonios: el sectarismo, la insolidaridad, el cainismo, el patrioterismo de baja estofa, el desprecio al saber, la demagogia, la irracionalidad, la charlatanería... Madrid se ha convertido en Pandemónium -la capital de la corte infernal- y los ciudadanos asistimos impotentes a una ceremonia de la confusión en el momento más difícil de nuestra historia reciente. 

Nuestros ¿representantes? parecen empeñados en volver a hacer ciertos los versos de Gil de Biedma escritos en pleno franquismo: "De todas las historias de la Historia/ sin duda la más triste es la de España/ porque termina mal. Como si el hombre/ harto ya de luchar con sus demonios,/ decidiese encargarles el gobierno/ y la administración de su pobreza..."

Cuantas más muestras de abnegación, resiliencia y solidaridad ofrece la sociedad, más se empecinan los políticos en alimentar su burbuja tóxica de odios, resquemores y mezquinos sentimientos. ¿Qué hemos hecho para merecérnoslos, aparte de votarlos?

Mientras esperamos a que la ciencia descubra una vacuna contra el virus, la ansiada 'panacea' ('la que todo lo cura'), me temo que habremos de seguir aguantando esa otra maldición bíblica de una casta de políticos que -salvo honrosas excepciones- parecen haber sido seleccionados en un  proceso donde se premian la falta de empatía, el histrionismo hiriente, el navajazo verbal, el cerrilismo y la miopía.

¿Quién será el sabio que descubra un remedio contra esta fatalidad de nuestra historia?

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