sábado, 20 de junio de 2020

SALA BLANCA





No sin cierta irritación tremendista, y sin importarle sus contradicciones, divagaba Mateo Ortiz -a quien ya empezaba a molestar el nuevo adminículo que se veía obligado a portar en el rostro- sobre las nuevas disposiciones derivadas de la pandemia. En vano trataríamos de convencerlo de la necesidad de tomar precauciones dada su provecta edad:


El día en que todos, a toda hora y en todo lugar, llevemos mascarillas se habrá cumplido el deseo de los más estrictos higienistas: que el aire que sale de nuestros pulmones no guarde ningún recuerdo de quien lo exhala. Que el aire de nuestras palabras, de nuestros gritos, de nuestras canciones sea asépticamente neutro. Filtremos todo lo que sale de nosotros, filtremos todo lo que nos llega y haremos del  mundo una maldita sala blanca.



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