sábado, 13 de junio de 2020

CORONACUENTOS (15): LOS BESOS


-¿Bailas? -quiso que la pregunta llevara dentro una respuesta afirmativa, pero le salió un hilo de voz tan quebradizo que su timidez quedó dolorosamente al descubierto.

La orquesta, aclimatada a los gustos del público de una verbena de pueblo, había pasado a tocar una pieza lenta. Era el momento de acercarse a aquella chica que parecía haberse escapado de alguno de sus sueños.

-Depende -le respondió con una media sonrisa enigmática bajándose la mascarilla hasta el cuello.

Acababan de pasar a la fase 10 y, por fin, estaban permitidos el roce y la caricia entre desconocidos. La distancia social obligatoria había ido decreciendo muy poco a poco, fase a fase, centímetro a centímetro, a partir de los dos metros.  Era su oportunidad.

La interrogó con la mirada.

-¿Tienes tu PCR? -inquirió ella como si le estuviera pidiendo fuego.

Se sacó del bolsillo trasero del vaquero el móvil y le mostró el certificado que acreditaba que estaba limpio. Casi sin leerlo ella le echó los brazos al cuello y se apretó contra su cuerpo. Bailaron enredados hasta que la orquesta se desvió hacia los ritmos latinos. Tumbados en las eras, el cielo infinito del verano se les quedó pequeño.

Fue una noche de agosto de 2020,  el primer año de la era de la Pandemia, en un pueblo en fiestas. Una noche que nunca olvidará. Sus besos le regalaron una húmeda dulzura infinita y tres semanas de fiebre, dolor de cabeza y una debilidad parecida al amor. 

Los besos inolvidables de una asintomática.



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