Desde que la huella dactilar es la
llave que abre el teléfono móvil (un cofre con todo nuestro capital y nuestros secretos: la cuenta bancaria, las compras,
la ubicación, las fotos, los mensajes y el correo electrónico, el historial de
búsquedas...) en el mundo del hampa ha florecido una nueva y tremebunda
especialidad delictiva: los cortadores de dedos.
No cabe la menor duda: vivimos una
época completamente digital.
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