¿Qué dirección tomar? ¿La de la felicidad o la de la locura? Surgen los equívocos y las preguntas. La playa -la suavidad de la arena, la entrega del mar, el baño- es más propicia a la dicha y la punta -promontorio, acantilado, la incesante batalla de las olas contra las rocas- nos aproxima más a la imagen de locura. Y si decide acudir a ambos lugares, ¿cuál es el orden más conveniente? ¿Es fácil u obligatorio transitar de la una a la otra? ¿El dichoso es un solitario y los locos vagan en tropel?
Los caprichos de la toponimia desasosiegan al turista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario