miércoles, 20 de marzo de 2019

EFÍMERA





                                                        Si pierdo la memoria, ¡qué pureza!   (P. Gimferrer)












Cuenta Oliver Sacks en su obra  Musicofilia que Cleve Wearing, músico y musicólogo, padeció una encefalitis que le dejó como secuela una amnesia muy severa. Su capacidad de memoria era de pocos segundos. Su mujer lo explicaba de una manera muy gráfica: con cada parpadeo se borraban sus recuerdos. Como un paño que  le limpiaba la mente sin cesar; como el limpiaparabrisas que aparta las gotas de lluvia con cada pasada. Siempre estaba empezando de cero. O lo que es lo mismo: vivía y moría a cada instante. No fabricaba nuevos recuerdos. No se acordaba de nada del pasado. No podía imaginar el futuro. Habitaba un presente absoluto. En comparación, las efímeras, esos insectos que apenas viven un día, gozan de vida casi eterna. 

¿Condena o bendición?

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