El paraíso perdido, de J.L. Alonso Coomonte
Esta encina quemada por el incendio fue un paraíso -irremediablemente perdido- para pájaros e insectos que hicieron de ella su morada, para plantas que crecieron a su sombra, para flores y frutos,
para esporas y micelios.
Y, si no fuéramos tan ciegos,
comprenderíamos
que también formaba parte
de nuestro paraíso
(el único que tenemos).
(Día del Árbol, 2019. )
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