sábado, 30 de marzo de 2019

LA ESPAÑA VACIADA









Ni VACÍA ni SILENCIOSA.
La España VACIADA y SILENCIADA
llenará mañana con su GRITO
el cielo de Madrid.




viernes, 29 de marzo de 2019

SEGURIDAD VIAL


             
           

          Afrodisio Cabal y Ángel Aguado no podían pasar el uno sin el otro, el uno con el otro. Eran dos imanes de  polos cambiantes. Su afición a la porfía los unía tanto como los volvía incompatibles. Gustaban de discutir sobre todo y no era difícil, para un observador neutral, advertir que, con cierta frecuencia y por el mero afán de llevar la contraria al rival, variaban una opinión que habían defendido con denuedo si la escuchaban en boca de su oponente. Por ello no es relevante decir quién sostiene qué.

        -El mundo sería más amable si se atuviera a la sencilla moraleja de esta alegoría circulatoria.

            -Tú dirás.

         -No habría choques ni accidentes si el camionero -el más fuerte- pensara en el automovilista; el automovilista en el motero y en el ciclista; y el ciclista o el patinador en el simple viandante.

            -¿Y en quién debería pensar el peatón?

         (Un instante de vacilación. No había una respuesta preparada. Pero el lapso dura poco:)

            -En la hormiga que se puede cruzar en su camino.

         -Ya. ¿Y por qué no lo planteamos todo a la inversa? No habría atropellos si la hormiga pensara en el peatón, este en el ciclista, el ciclista en el motero, etc., etc.

            -Porque mi propuesta consiste en aplicar la compasión para con el débil; la tuya en el miedo al poderoso. Amor frente a temor: yo gano.

             -¡Valiente código de circulación!

martes, 26 de marzo de 2019

EL PARAÍSO PERDIDO






El paraíso perdido, de J.L. Alonso Coomonte






Esta encina quemada por el incendio fue un paraíso -irremediablemente perdido- para pájaros e insectos que hicieron de ella su morada, para plantas que crecieron a su sombra, para flores y frutos,
para esporas y micelios. 
Y, si no fuéramos tan ciegos,
comprenderíamos
que también formaba parte 
de nuestro paraíso
(el único que tenemos).











(Día del Árbol, 2019. )

sábado, 23 de marzo de 2019

SEÑALES











¿Qué dirección tomar? ¿La de la felicidad o la de la locura?  Surgen los equívocos y las preguntas. La playa -la suavidad de la arena, la entrega del mar, el baño- es más propicia a la dicha y la punta  -promontorio, acantilado, la incesante batalla de las olas contra las rocas- nos aproxima más a la imagen de  locura. Y si decide acudir a ambos lugares, ¿cuál es el orden más conveniente? ¿Es fácil u obligatorio transitar de la una a la otra?  ¿El dichoso es un solitario y los locos vagan en tropel?

Los caprichos de la toponimia desasosiegan al turista.


miércoles, 20 de marzo de 2019

EFÍMERA





                                                        Si pierdo la memoria, ¡qué pureza!   (P. Gimferrer)












Cuenta Oliver Sacks en su obra  Musicofilia que Cleve Wearing, músico y musicólogo, padeció una encefalitis que le dejó como secuela una amnesia muy severa. Su capacidad de memoria era de pocos segundos. Su mujer lo explicaba de una manera muy gráfica: con cada parpadeo se borraban sus recuerdos. Como un paño que  le limpiaba la mente sin cesar; como el limpiaparabrisas que aparta las gotas de lluvia con cada pasada. Siempre estaba empezando de cero. O lo que es lo mismo: vivía y moría a cada instante. No fabricaba nuevos recuerdos. No se acordaba de nada del pasado. No podía imaginar el futuro. Habitaba un presente absoluto. En comparación, las efímeras, esos insectos que apenas viven un día, gozan de vida casi eterna. 

¿Condena o bendición?

domingo, 17 de marzo de 2019

DIENTE DE LEÓN





Sobre el acantilado
la Primavera
con dientes de león
contempla el mar inerte
-vértigo y lástima-,
donde no arraiga nada,
donde nada florece.



jueves, 14 de marzo de 2019

EL GATO EN EL ESPEJO







Quería fotografiar la inutilidad de  aquel espejo en un solar degradado, tan fuera de contexto. Cuando llegó a casa descubrió en la parte superior al gato que lo miraba, curioso.

lunes, 11 de marzo de 2019

TOPO



La luz le resulta una presencia insufrible. Todo vibra a su alrededor: un mundo cambiante y evanescente de formas confusas, sin densidad. Le extraña ese absurdo empeño del árbol en clavar sus ramas desnudas en un cielo tan etéreo y distante -tan azul- como si fueran raíces. Regresa finalmente a su agujero como quien regresa a la fe y a sus cómodas certezas.

(Era la primera vez que el joven topo salía a la superficie. Se lo habían advertido.)

viernes, 8 de marzo de 2019

MARCESCENTE







Nació solo y crece solo. A doscientos metros, el robledal que da cobijo, compañía, protección. A tan solo doscientos metros la vida es más fácil, el dolor y la lucha de la existencia se reparten. Y las alegrías se comparten. El azar lo ha condenado (o bendecido) con una distancia que nunca -las raíces son ley inexorable- podrá salvar.

Quizá por eso, y por ser joven y por no tener a nadie a quien imitar, se niega a perder las hojas. Secas, cobrizas, estériles, aguantan firmes, se resisten a caer, repudian la desnudez. Hasta que no lleguen las nuevas, ahí estarán, como un vestido de espléndidos harapos que protege del soplo helado que viene de las montañas nevadas, allá al fondo del horizonte.





Hay una hermosa palabra que  designa esta forma de resiliencia: marcescente. Siempre creí que procedía de marzo, como marcear ('esquilar') o marceo ('limpieza de las colmenas'). Pero su origen tiene que ver con el verbo latino que significa 'marchitar'.  Más mérito. 

A mediados de marzo, cuando la primavera de estas tierras se insinúa falaz; marchito y solo, con la única compañía de su sombra, marcescente, el roble solitario se alza sobre la tierra roturada con  el brío de los emancipados. 

martes, 5 de marzo de 2019

EL ENTIERRO DE LA SARDINA




Nunca lo sabría, pero su historia era mecedora de figurar en ese morboso apartado de mitos que relatan amores desorbitados, al filo de lo imposible y de lo perverso, entre un ser con atributos humanos y un animal. Nunca pudo imaginar que algo así le fuera a ocurrir. 

Cinco años faenando en la costera sin nada que contar y un buen día, al volcar las redes sobre la cubierta, una sardina brinca del montón y cae a sus pies. Para ser más exactos diríamos que fue él el que cayó rendido ante ella, ante su mirada de mujer encerrada en cuerpo de pez, una mirada impregnada de la magia irresistible del océano. Su cuerpo plateado fulguraba en cada convulsión, a la luz pequeña del  cuarto menguante, como un reclamo. Quizá poseído ya por una pasión tan turbia como absurda, la vio sonreírle. 

La metió en un balde y la llevó a casa, sin importarle las burlas de sus compañeros. Estaba decidido a cuidar de ella, a ponerla en el centro de su existencia de solitario. Imaginó con dificultad cuáles serían sus necesidades; estaba muy acostumbrado a ver agonizar sardinas pero era la primera vez que se preocupaba de mantener a una con vida: agua de mar, algas, insectos, restos de pescado, toda golosina era poca para tratar de tenerla contenta. Proyectó incluso buscarle compañía. Sabía cuánto añoran las sardinas su cardumen. Se echaría a la mar, clandestinamente, y pescaría para ella un banco entero. Pero no hubo tiempo para tanto. La sardina, una vez cumplido el objetivo de salvarse, parecía haber perdido su encanto y su vigor. Se negaba a comer, su mirada había mutado hacia lo tenebroso y se dejaba flotar en el acuario improvisado como un náufrago sin ganas de ser rescatado. Una nostalgia infinita se había enseñoreado de ella. Podía haberla devuelto al mar, pero hubiera sido como arrojar a una novia en brazos de un amante de cualidades infinitamente superiores.

Ella murió una de aquellas noches mientras él la velaba con ojos de insomnio y de delirio. La enterró en lo alto de un pinar, en un risco  hasta el que llegaban la música de órgano del Atlántico y el perfume salobre del fondo marino.



viernes, 1 de marzo de 2019

CEBOLLERA













                                                                                          (Laguna de Cebollera, 1 de marzo de 2019, 1850 mts. de altitud)





Cada vez más alta, 
la nieve. 
Cada vez más frágil.