viernes, 30 de junio de 2017

CORZA




Alguien apunta a tu gentil cabeza
que emerge entre la mies y los acianos
para arrancarte el alma, ¡ay corza sola!,
tan tímida y salvaje.






miércoles, 28 de junio de 2017

OROPÉNDOLA



            Durante mucho tiempo oropéndola fue para mí tan solo -¡tan solo!- una de nuestras más bellas palabras. Su pronunciación  me inundaba de gozosa e íntima fruición. Dulcemente esdrújula, gongorina, ondulante, me llevaba a la cumbre tónica desde su ladera oscura y luego me empujaba rodando hacia la luz final de la vocal más abierta. Sabía de ella que era nombre de ave y poco más. Reconozco mi incapacidad para catalogar  más allá de unas pocas y comunes espacies de pájaros. Su fugacidad consustancial me impide diferenciarlos en su morfología y sus trinos me siguen resultando  indescifrables. De esta forma la oropéndola llegó a ser para mí criatura mítica de un bestiario fantástico, ave fabulosa como el roc, la garuda indonesia o el ave fénix,  que debía su existencia al mero encanto de su designación. Daba por hecho que nunca vería una oropéndola y que si la veía no sabría que la estaba viendo.

            Pero la curiosidad no descansa y un día la busqué en el diccionario académico para conocer su etimología.  Aprendí así que esta palabra está compuesta de los términos latinos aureus y pinnula, lo que equivale a 'pluma de oro'. Habría que nombrarla patrona de los escritores, escribientes, escribanos y pendolistas. Seguí leyendo y en la normalmente fría y aséptica descripción del diccionario encontré un detalle delicioso. La oropéndola "hace el nido colgándolo, con hebras de esparto o lana, en las ramas horizontales de los árboles, de modo que se mueva al impulso del viento." En la última proposición subordinada, en la sutileza del subjuntivo, adivinamos una intención maternal o de danza o de ingravidez. Este nido-cuna brizado por la brisa aumentó mi estima por tan extraordinario pájaro.

            Una oropéndola estaba aguardándome muy cerca, paciente, ya sin la agitación temblorosa del miedo, pero yo no lo sabía. En el Museo de Ciencias Naturales del IES Antonio Machado donde he dado clase muchos años había un viejo ejemplar disecado y un día mis ojos  asombrados repararon en él. Un ave disecada es algo muy parecido a una palabra en el diccionario: tristeza embalsamada. Ambas deben de sentir la nostalgia de la vida que les falta. El corazón del taxidermista ha de ser tan frío como el del lexicólogo, aunque estos, alguna vez, se permitan un pellizco poético en la prosaica sintaxis de las definiciones. ¡Qué destino de Tántalo el del diccionario, contener toda la poesía, todas las emociones y no ser capaz de activarlas! ¡Qué oficio dolorido el del taxidermista, acicalar la belleza de lo muerto!

               Contemplar este bello pájaro disecado conmueve. Hay en él el recuerdo del vuelo y el canto, la melancolía de un diminuto corazón detenido. El umbrío bullir del bosque y la pletórica libertad del cielo. Lánguido simulacro de lo que  ya nunca volverá a ser. Por eso, porque no quiero que la rigurosa y polvorienta quietud de la muerte acabe por contagiarse a tan hermosas sílabas me impongo dos tareas:

           -Sorprender su pronunciación en boca de un niño campesino.

                    -Descubrir una oropéndola posada en un árbol, captar el reflejo dorado de sus alas, escuchar su voz.


            Solo así la palabra me habrá entregado todo su sentido.




sábado, 24 de junio de 2017

CHOQUE DE TRENES 5

              En aquel país de arbitristas y especuladores, en el que las soluciones directas y eficaces siempre dejaban paso al barroquismo del argumento y a la bella inacción de la palabrería, Afrodisio Cabal explicaba a los poquísimos que se molestaban en oírlo o leerlo en su blog que no había motivo de preocupación puesto que era imposible que los trenes chocaran. Aunque la distancia que los separa -arguía- sea cada vez menor, siempre podrá ser dividida por dos y cada una de estas porciones a su vez puede ser dividida entre dos y así una y otra vez, formando  en cada nueva división nuevas mitades, hasta lo infinito. Y lo infinito, por naturaleza, no tiene fin. Los trenes acabarán atrapados en esta paradoja infinitesimal, colegía burlón este nuevo sofista, anacrónico discípulo  de Zenón de Elea.

                Desde una óptica más actual, al otro lado de la imaginaria frontera que estaba empezando a levantarse entre los dos colectivos en conflicto, Oriol Foix, utilizando herramientas conceptuales mucho más afinadas, había llegado a parecida conclusión: la colisión no tendrá lugar, afirmaba categórico, tranquilizador, mientras enardecía a los suyos. Una abstrusa mezcla en la que utilizaba ecuaciones y aparataje matemático prestado del principio de incertidumbre, de la física cuántica y de la hipótesis de los multiversos, demostraba -según él- que los trenes viajaban en espacios y tiempos distintos, aunque el paralelismo de su existencia hubiera provocado miedo y confusión. " Y aunque viajaran en el mismo universo, tampoco llegarían a tocarse. En realidad los átomos nunca se tocan. Nada se toca. Nosotros creemos que tocamos las cosas, que acariciamos a alguien, pero es una ilusión creada por nuestro cerebro. Así que adelante con las banderas..."

                         Confortados con estas y parecidas teorías los ciudadanos de un lado y de otro parecían morar en una teatral ciudad alegre y confiada. 


martes, 20 de junio de 2017

CHOQUE DE TRENES 4

                

                         El último y desolador desenlace propuesto produjo en el narrador el efecto de una catarsis (ya se sabe, horror y piedad a partes iguales) que se le antojó necesario completar con un relato casi idéntico pero con una mínima variación final, perfectamente compatible con su hermano gemelo. La nueva -casi enésima versión- decía así:

            "Hacía tiempo que los trenes viajaban por la misma vía en dirección contraria, sin aminorar su marcha, simulando desconocer la presencia del otro. El encuentro siempre parecía lejano, una catástrofe constantemente aplazada que, por saturación, acabó produciendo una aguda sensación de irrealidad.

         Los dos trenes fantasmales  se aproximaban inexorablemente, sin que nadie hiciera nada por evitarlo, hasta que el previsible final llegó a ser considerado como un desastre natural, largamente anunciado, contra el que nada sabía hacerse.

        El espacio se agotó, el tiempo se cumplió y con fatalidad de desenlace de tragedia clásica la catástrofe se consumó. El impacto fue brutal y las víctimas muy numerosas. Se abrió el periodo de los lamentos y de los reproches que ya a nada conducían.

       Las autopsias revelaron un hecho cuando menos curioso: todos los pasajeros viajaban ebrios. El forense anotó en su informe que la embriaguez había sido producida por un principio activo desconocido que él bautizó como hybris -en recuerdo de sus lecturas de los clásicos griegos- del que llegó a identificar muy diversas variedades: orgullo, fanatismo, sinrazón, arrogancia, victimismo, exclusión, dominio, adanismo, entusiasmo... 'Todos ellos altamente tóxicos, tanto solos como mezclados', concluía en su informe."


domingo, 18 de junio de 2017

CHOQUE DE TRENES 3

             "Hacía tiempo que los trenes viajaban por la misma vía en dirección contraria, sin aminorar su marcha, simulando desconocer la presencia del otro. El encuentro siempre parecía lejano, una catástrofe constantemente aplazada que, por saturación, acabó produciendo una aguda sensación de irrealidad.

         Los dos trenes fantasmales  se aproximaban inexorablemente, sin que nadie mostrara interés en evitarlo, hasta que el previsible final llegó a ser considerado como un desastre natural, largamente anunciado, contra el que nada sabía hacerse.

       El espacio se agotó, el tiempo se cumplió y con fatalidad de desenlace de tragedia clásica la catástrofe se consumó. El impacto fue brutal y las víctimas muy numerosas. Se abrió el periodo de los lamentos y de los reproches que ya a nada conducían.

      Investigaciones independientes revelaron un hecho cuando menos curioso: ninguno de los dos trenes llevaba conductor."
                

                                                                                                                       (Continuará...)

viernes, 16 de junio de 2017

CHOQUE DE TRENES 2

             "Hacía tiempo que los trenes viajaban por la misma vía en dirección contraria, sin aminorar su marcha, simulando desconocer la presencia del otro. Afortunadamente el país era llano, sin apenas accidentes orográficos, una especie de desierto que ningún geógrafo había sido capaz de identificar, y la línea férrea se estiraba en una recta ilimitada que llenaría de hastío la mirada de cualquier improbable espectador. El encuentro siempre parecía lejano, una catástrofe constantemente aplazada que los cronistas del momento glosaban en cíclicos artículos y tertulias hasta producir, por saturación, una aguda sensación de irrealidad.

            Pero el peligro era real, tan real como la incapacidad de los responsables de evitarla. Afortunadamente, la teoría del caos, aliada con la casualidad y la libertad de decisión de los dispositivos de inteligencia artificial, estaba empeñada en corregir el entuerto. El efecto mariposa se manifestó en su más precisa literalidad.

             Cuando la distancia de los trenes era tan pequeña que, por fin, alcanzaban a verse el uno al otro, una rara mariposa en peligro de extinción se posó, majestuosa, en mitad de la vía. Los sofisticados sistemas de pilotaje automático entendieron aquello como una prioridad y para no aplastar tan preciada criatura activaron los frenos. Como desafiándose, las locomotoras quedaron separadas por escasos palmos de distancia y, en medio, la mariposa, con las alas quietas esperaba y disfrutaba de su poder. Aquellas poderosísimas máquinas se habían detenido al conjuro de la belleza de sus alas. 

             En cada vagón viajaba un lepidopterólogo (ambos bandos habían embarcado especialistas de las más inesperadas disciplinas para no estar en desventaja),quienes estuvieron de acuerdo en ponderar la gracia etérea de aquel ejemplar único. Una gran concordia podría haberse alzado sobre la frágil base de aquella coincidencia en la hermosura, pero el diablo de la controversia, que no descansa, había dispuesto otra cosa. Resultó que cada uno de ellos advirtió en el dibujo de las alas, en la composición colorida de sus escamas, el dibujo de sus respectivas banderas y, presos de la pasión que divide, quisieron hacer del animalillo el emblema de su exaltado fervor..."


              La última escena que imaginamos para esta variante del relato nos presenta a dos turbas de individuos rivales corriendo por una llanura de esquemático horizonte tras una mariposa de peregrina belleza.

             Llegado a este punto el narrador contempló su obra y, como siempre le ocurría, no supo qué pensar. Por un lado, la historia le parecía alambicada, un poco cursi. Por otro lado, le agradaba que el desenlace se bifurcara a cada nueva posibilidad. ¿Logrará alguno de los grupos cazar a la mariposa? ¿Cuál de ellos? ¿Cómo reaccionará el perdedor? ¿Llegarán al mismo tiempo y en su afán por poseerla la desgarrarán irremediablemente? (Este era el final que más cuadraba con su ánimo atrabiliario) ¿Escapará la mariposa y los combatientes, exhaustos después de la persecución, se mirarán unos a otros, se sentirán ridículos por lo insignificante de su disputa y cesarán las hostilidades?...

                                                                                                                                  (Continuará...)

miércoles, 14 de junio de 2017

CHOQUE DE TRENES




                El narrador nunca se había enfrentado a un reto semejante, contar una profecía, extraer de los archivos del futuro un texto que la realidad iba escribiendo ante sus ojos con una contumacia irrevocable y a la que él quería anticiparse.  Concienzudo como era, más dotado para la búsqueda sistemática que para el relámpago de genialidad, optó por arriesgar lo indispensable y construyó su historia con un planteamiento elemental (la propia textura del suceso lo propiciaba) y varios desenlaces alternativos, que, según su ingenua inventiva, abarcaban todas las posibilidades, o al menos las de más fuerza narrativa. Comenzó:

                "Hacía tiempo que los trenes viajaban por la misma vía en dirección contraria, sin aminorar su marcha, simulando desconocer la presencia del otro. Afortunadamente el país era llano, sin apenas accidentes orográficos, una especie de desierto que ningún geógrafo había sido capaz de identificar, y la línea férrea se estiraba en una recta ilimitada que llenaría de hastío la mirada de cualquier improbable espectador. El encuentro siempre parecía lejano, una catástrofe eternamente aplazada que los cronistas del momento glosaban en cíclicos artículos y tertulias hasta producir, por saturación, una aguda sensación de irrealidad.

                A simple vista los dos trenes eran idénticos. Quizá una mirada más cuidadosa habría advertido en ellos diferencias reseñables de tamaño o de diseño pero era evidente que habían sido fabricados con el mismo material y que ambos sufrirían por igual en caso de colisión. Los periódicos hablaban con frecuencia de aquellos dos trenes fantasmales que se aproximaban inexorablemente, con fatalidad de desenlace de tragedia clásica, sin que nadie hiciera nada por evitarlo. Y acabaron por referirse a ellos como a un desastre natural, largamente anunciado, contra el que nada sabía hacerse. "

             El narrador se tomó un respiro, se preparó un café bien cargado y releyó. No estaba mal, pero tampoco bien. Acostumbrado a su propia mediocridad como el que no es capaz de percibir su propia halitosis, decidió echar el resto en las variables del final.

                                                                                                                                                              (Continuará)

domingo, 11 de junio de 2017

HERMES












Muchos zapatos
oscuramente anhelan
alzar el vuelo.

viernes, 9 de junio de 2017

ADÁN


            Cuando despertó no tenía nada.

          Le habían quitado todo: la identidad -le habían robado la cartera y con ella su documentación-, el dinero -no era nadie sin sus tarjetas bancarias-, la memoria -le habían robado el móvil- y la ropa -también se la habían llevado-. Además de la chica, habría que añadir, para ser exactos.  Alguien más despierto se la había birlado. O quizá ella voló, aburrida de esperar. (Recordaba vagamente que a su lado hubo una mujer tendida).

         No había nadie a la vista. Se sintió como si fuera el único habitante del mundo, en una playa virgen.
               
         "Buena ocasión para empezar de cero", se dijo el nuevo Adán, poniéndose en pie, con  actitud positiva aprendida en algún libro de autoayuda. Dudó hacia dónde encaminarse: el mar y la tierra le ofrecían sus promesas contradictorias, sus peligros complementarios.

          Le picaba la espalda y más aún donde la espalda se curva. La arena se había vuelto insidiosamente ardiente y le quemaba.

       En ese momento inaugural, solo dos cosas se le mostraron evidentes:

       -Era la última vez que se quedaba dormido en una playa nudista.


        -Era la última vez que no hacía caso de un nombre: la playa se llamaba la Playa del Muerto.

martes, 6 de junio de 2017

GAMIFICACIÓN









                Anotaba Baudelaire que los españoles vivían "en una trágica falta de seriedad". Si esto fuera así, habríamos de concluir que el modelo se ha extendido por doquier. El mundo actual parece vivir en la edad  dorada de la levedad, del infantilismo, de la broma que exculpa, de la intrascendencia de nuestros actos, siempre reversibles -hasta el de la muerte- en otro lance afortunado. Y no hay mejor procedimiento para  encarnar esta tendencia que el juego. Repasemos algunos ejemplos:

                La teoría de los juegos se propone desde hace años como sistema matemático aplicable a casi todos los campos de la realidad humana. Los videojuegos han dejado su impronta en todas las narrativas, incluyendo la de la propia vida: quien opera un dron no ve mucha diferencia entre superar una misión virtual que le permitirá pasar al nivel siguiente y aniquilar a media aldea paquistaní. En ambos casos se trata de manipular unos comandos, un joystick multifuncional (de paso, ¡qué horrible sarcasmo llamar joystick -'palo de la alegría'- al dispositivo que ordena bombardeos!). La ludopatía crece a caballo de una publicidad desbocada que nadie parece interesado en frenar realmente (en el intermedio de un programa de televisión que alertaba sobre el alarmante aumento de adictos al juego se proyectó un anuncio para incitar a jugar al póker en línea). Se habla -y con razón- de que buena parte de la economía financiera se ha convertido en "economía de casino" donde los jugadores apuestan en una ruleta universal que acaba concretándose en países arruinados y gente empobrecida. Los jugadores de los equipos triunfadores son los nuevos héroes y no podemos dejar de pensar con tristeza en que a una sociedad se la juzgará por los héroes que elige.

                Podríamos seguir, pero  concluimos este rápido recorrido por la omnipresencia del paradigma del juego en nuestro tiempo con un término de reciente creación:  "Gamificación", horrible engendro terminológico -podrían, al menos habernos evitado el crudo anglicismo usando 'ludificación" o "jueguización", igualmente contrahechas, pero no bárbaras- con el que se designan técnicas utilizadas en campos como el trabajo social, la mercadotecnia, la publicidad y, muy especialmente, la educación, en la que se está pasando del clásico "enseñar deleitando" al "enseñar jugando". Se da así por sentado que en el aprendizaje hay que evitar como males nefandos el aburrimiento y el esfuerzo, sin tener en cuenta que ambos, en su justa y limitada medida, son componentes inexcusables de cualquier tarea valiosa. En el complejo proceso de aprendizaje la voluntad es esencial, nadie va a negarlo. Pero si la motivación tiene que extraerla el alumno exclusivamente de la diversión que le proporciona un videojuego didáctico, el resultado tendrá tan poco alcance, será tan efímero como el mínimo placer contenido en el estímulo. Sin desdeñar el uso ocasional de estas estrategias, haríamos bien en poner el énfasis en interesar a los alumnos en el conocimiento -que es en sí mismo una fuente de gratificaciones- al tiempo que los preparamos para enfrentarse a la postergación de las recompensas y para reconocer las dificultades  que aparecerán en cuanto abandonen el ámbito escolar. No vaya a ser que confundan el medio con el mensaje, el rábano con las hojas y extraigan la azarosa conclusión -casi calderoniana- de que todo en la vida es juego y los juegos juegos son.



                Porque la vida, en el mejor de los casos, es un juego de suma cero: las ganancias y las pérdidas están equilibradas. (Vaya, finalmente, la manía de la metáfora me ha hecho caer también en la trampa de la "gamificación").







domingo, 4 de junio de 2017

LLUVIA DE PRIMAVERA









¡Lluvia de primavera,
que abrillantas la tierra y le regalas
esa profundidad
terrible del espejo!








viernes, 2 de junio de 2017

HERRUMBRE

         


                   Junto al mar, expuestas al salitre, pronto se oxidan las promesas de amor (o al menos sus símbolos). Son más duraderas junto al Duero, en la pasarela de San Saturio.