Ya de por sí la torreta de alta tensión no parece el lugar más apetecible ni el más cómodo ni, por supuesto, el más saludable -¿un error del instinto animal?- para instalar un nido. Mucho menos si la compañía eléctrica de turno, para acabar con la resistencia incomprensible de las aves, decide colocar pinchos. Pero nada de eso ha desanimado a esta pareja de cigüeñas, empeñadas en construir su felicidad y la continuidad de la especie sobre una base propia de un faquir. Eso sí que es resiliencia.
O quizá es que las cigüeñas son finlandesas y nos quieren enseñar, en plena dehesa salmantina, qué es el sisu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario