Cazador de estampas costumbristas en sus
flaneos urbanos, hoy vuelve a casa con una imagen descorazonadora: dos niños de
entre ocho y diez años contemplan extasiados el escaparate de una joyería de
lujo que exhibe relojes Rolex y recuerda cuando él a esa edad pegaba la cara al
cristal de las pastelerías o de las tiendas de juguetes.
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