martes, 30 de julio de 2024

EL ROBLE DE GOETHE

 


Momento 1 (1827):

En el centro de Alemania, cerca de Weimar, sobre una colina crece un frondoso roble. Sentado bajo su copa Goethe admira el paisaje circundante y experimenta unos instantes de plenitud.

Momento 2 (1937): 

Algo más de un siglo ha pasado. Cuadrillas de obreros presos y malnutridos clarean el bosque para construir unos barracones. Alguien entre los capataces cree identificar el legendario árbol de Goethe: «¡No lo cortéis!», ordena. El roble se salva de la tala y se alza solitario en mitad del campo de concentración de Buchenwald.

Momento 3 (1943):

La maquinaria de la explotación y de la muerte funciona a pleno rendimiento en Buchenwald. Algunos presos son ahorcados de las ramas del roble que, a estas alturas, es un seco esqueleto sin hojas.

Momento 4 (1944):

Un terrible bombardeo aliado sobre el campo causa muchas muertes. Las llamas abrasan lo que queda del roble. Del tronco carbonizado sólo el corazón de duramen sobrevive. Bruno Apitz —un veterano interno comunista del campo—, burlando la vigilancia de los carceleros y a riesgo de su vida, talla en un trozo de esa madera un bajorrelieve con aspecto de máscara mortuoria al que denomina «El último semblante».

Momento 5 (2024):

La escultura puede contemplarse en el Museo Histórico Alemán.





(La información para redactar esta entrada ha sido extraída de El eco del tiempo, de Jeremy Eichler, Editorial Paidós, Barcelona, 2024)


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