viernes, 19 de julio de 2024

LOS DOS LADOS DE LA CALLE






Todos los tilos de esta calle fueron plantados al mismo tiempo, pero por razones que quizá un experto nos podría aclarar (la composición del suelo, la orientación respecto al sol, la exposición al viento, alguna veta subterránea de humedad...) su crecimiento muestra un extraño patrón: a un lado se han desarrollado con normalidad mientras que los de enfrente apenas han crecido después de más de veinte años y con esa misma capacidad de supervivencia resignada y austera de los bonsáis permanecen en sus alcorques envejeciendo sin medrar. A ojos de un profano fantasioso los tilos raquíticos parecen víctimas de una maldición, de la mala fortuna, de esas siempre extrañas -y tantas veces crueles- veleidades del azar. 



A veces, todo en la vida parece depender de la suerte. Naces a un lado a otro de la calle, a un lado o a otro de un muro o de una frontera, a una orilla o a otra del océano, del lado de acá o del lado de allá de la felicidad, la desgracia, la paz, la guerra, la prosperidad o la miseria. Y, aunque parezca mentira, como les ocurre a estos árboles, resulta imposible cruzar la línea. 



 

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