miércoles, 27 de septiembre de 2023

ESCALERAS MECÁNICAS

 

—¡Cuánto tiempo!

—¿Qué tal?

Apenas tuvieron tiempo de decir nada más ni de ver la cara de sorpresa matizada de añoranza y de incomodidad recíprocas.

Se habían cruzado en las escaleras mecánicas del centro comercial: ella subía, él bajaba.

Ambos dudaron un momento si volver a montar en las escaleras. No era normal que después de lo que habían vivido juntos eso fuera todo, un breve saludo rutinario. Pero, como si siguieran sincronizados, descartaron la idea al unísono:  él subiría, ella bajaría; y se cruzarían otra vez. Es lo que les había pasado siempre. Y si sólo uno de ellos decidía volver sobre sus pasos, sería aún peor: mostraría debilidad y su orgullo quedaría dañado. La otra parte intentaría aprovechar su ventaja.

Y cada uno siguió su camino como si no se hubieran encontrado: ella a la planta de hogar, él a la de tecnología.


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