Como otros proyectos suyos concebidos en un rapto de entusiasmo, El libro de los milagros de Virgilio Arancón nunca llegó a terminarse (de los mil milagros previstos apenas se completaron unas decenas) y a su muerte sus deudos heredaron un cuaderno manoseado y plagado de tachaduras con brevísimos chispazos poéticos en fase larvaria.
Encabeza el poemario una cita, parece ser que apócrifa:
Menos la Nada
todo es Milagro.
El primero de esos textos estaba dedicado a lo que para él era el
origen de todo lo demás:
¿Qué es la luz?
Ni onda ni partícula.
Protomilagro.
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