RETORNO
He vuelto.
He vuelto a ver en la ribera
los álamos
sin hojas y sin música
por la
estación desnuda del invierno.
El Duero
parecía
más cansado
y más ancho
como si el
agua hubiera envejecido
y en sus
sueños la luz fuera de hielo.
Buscaba en
las cortezas de los chopos
los trazos
temblorosos del amor,
corazones y nombres a navaja
que ya han
abandonado su relato.
Pero ahora
los jóvenes
expresan en
lenguaje de metales
la pasión
azarosa: sobre el puente
brillaban
los candados como emblemas
de amores clausurados para siempre.
Alegres
leonores
pasaban a mi
lado sin mirarme.
Por ellas he
sabido
que nos
vuelve invisibles la distancia.
Como la
cantilena de una fuente
escuchaba mis
versos en las bocas
párvulas y
lozanas de los niños
mientras
peregrinaban por las calles
donde la vida me mostró sus dientes:
sonrisa y
crueldad alternativas.
Ya apenas
reconozco mis palabras,
me parecen
de otro,
expoliadas,
torcidas,
repertorio
de coros sin espíritu,
gastadas por
la incuria y los abusos.
Mas siguen
siendo hermosas
recitadas
por niños que confunden
la historia oscura con la pena clara.
He vuelto a
Soria a ver,
a oír, a
recordar. No me atreví
a subir al
Espino, tan ausente.
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