Antes de llevártela a la
boca
piensa en la mano que la
recogió
-una mano castigada por los trabajos y los días-
y más allá
en el cuerpo de una mujer
todo el día encorvada
como un signo de interrogación
bajo el plástico del
invernadero
y más allá en un largo viaje
cruzando un mar cruel.
Y adivina también
alguna historia de hambre
y de dolor.
Y ahora, mientras la
fresa
se deshace en tu boca,
atrévete a quejarte
porque no está muy dulce.
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