Nada
más abandonar los ruidosos intestinos de la ciudad por las escaleras de la estación
del metro, los viajeros miraban extasiados hacia el cielo artificial que de
pronto se había desplegado sobre sus cabezas. Lo capturaban con las cámaras de
sus móviles para poder compartir el prodigio.
Pero
enseguida los copos de aquella nevada nocturna, las estrellas de aquella
galaxia inesperada revelaron su verdadera naturaleza: un reclamo publicitario en
fuga hacia el infinito.
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