miércoles, 15 de junio de 2022

"RAIDERS"

















 


















(FOTOGRAFÍAS TOMADAS EN EL MHAS DE SALAMANCA EN SU EXPOSICIÓN TEMPORAL OFICIOS EN BICICLETA)


Las calles de nuestras ciudades se  han llenado de repartidores de toda índole de servicios y productos (riders los llaman los periodistas y los políticos, como si no existiera la palabra "jinete"). A lomos de sus bicicletas y con su cajón a la espalda estos porteadores sin sindicato acercan hasta la puerta de nuestras casas todo aquello que necesitamos o se nos antoja. Lo queremos aquí y ahora, y no estamos dispuestos a tomarnos la molestia de ir a buscarlo. La pandemia no ha hecho sino acentuar esa tendencia tan humana a la insulsa comodidad del sedentarismo. 

El fenómeno no es nuevo, pero en otras épocas tenía la justificación de la escasez y de la dificultad del transporte. En los pueblos, sobre todo, era una estampa habitual la de los vendedores ambulantes, la de quienes en su bicicleta, en su pequeño carromato o en las alforjas de una caballería, publicitados por la voz y la corneta del pregonero, suministraban agua, miel, pescado, botijos, leche... o bien ofrecían sus habilidades manuales: afilar cuchillos, capar gorrinos, lañar cacharros de cocina, deshollinar la chimenea, varear la lana de los colchones... Las humildes bicicletas de entonces, sin marchas ni cuadros de aluminio ni frenos hidráulicos, servían de vehículo al cartero que llevaba noticias del hijo que estaba sirviendo a la patria, al médico que acudía hasta la lejana alquería para asistir al enfermo, al cura que auxiliaba en el último trance con el santo viático, a la temida pareja de la guardia civil, al simpático fotógrafo ambulante... Casi todo era portátil, casi todo podía acomodarse a la frágil estructura de una bicicleta.

Valgan estas fotografías de bicicletas acondicionadas como homenaje a los ciclistas del pasado y como reivindicación del sacrificado oficio de los repartidores de hoy. 


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