Va y viene. Sube y baja. Hiere y
acaricia. Da y quita. Se acerca y se aleja. Susurra y brama. Mece y desarbola.
Pero no es caprichoso ni cambia de
opinión.No hace trampas, a nadie engaña. Nadie más fiel a sí mismo, a su cambiante naturaleza: el mar.
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