Quien decidió abrir este balcón al sur creía en la luz, en el esplendor de los campos verdes de mayo tachonados de amapolas, en las noches de verano tachonadas de estrellas.
Quien lo tapió rumiaba la amargura de las causas perdidas, de la derrota, del triunfo de las sombras en las alcobas.
Quien se asomó por primera vez al balcón poseía el secreto de la esperanza.
Quién lo cerró definitivamente puso el punto final a una historia, a muchas historias.
¿Hay algo más triste que un balcón tapiado?
No hay comentarios:
Publicar un comentario