viernes, 23 de julio de 2021

AIRE PURO

  






Así se la encontró, en la subida al monte, al borde del camino, cuidadosamente colgada de una ramita de la sabina. Eran los momentos más duros de la pandemia. Pensó que no se hallaba ante algo fortuito, que no se trataba de una pérdida sino de un abandono intencionado, de una liberación conseguida a base de esfuerzo. Que quien la había dejado allí deseaba que se supiese y que se convirtiese en signo de algo. Tal vez había tomado la decisión de no bajar nunca más a la llanura, donde todos los males son posibles.

Así es el fotógrafo aficionado, dispuesto siempre a descubrir un sentido donde quizá no haya más que azar. Y a fuerza de darle vueltas encontró tres buenas razones, que tenían que ver con el lugar de tan nimio hallazgo. 

Arriba, en todo lo alto, hay menos oxígeno (1), hay menos gente (2) y el aire es más puro (3). Escasez, soledad y pureza, tres buenas razones para prescindir de la mascarilla. Y el fotógrafo se sonrió orgulloso como si hubiera descifrado un enigma, como si acabara de construir tres pilares sobre los que sostener una nueva forma de vida.





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