jueves, 23 de julio de 2020

EL NÚMERO










El tren se vio obligado a detenerse una horas, bajo un sol candente, mientras reparaban los desperfectos de la vía, atacada durante un bombardeo. En el vagón de madera era fácil creerse en alguno de los círculos del infierno, aprisionado entre una masa sudorosa de condenados tan andrajosos, malolientes y exhaustos como él. Un gesto de compasión, tan irreal que nunca llegó a estar seguro de que no fuera un espejismo producido por la debilidad, alivió un poco la atroz espera. Un guardián, en quien el hastío de su infame trabajo había derivado hacia la piedad, permitió que la hija del jefe de estación les fuera llevando desde la cantina agua en una garrafa de cristal. Además del agua, a él le regaló la flor tímida de una sonrisa leve.

Recuerda todo esto mientras le tatúan el número en el brazo. Algunos se empeñan en pensar que son las cifras de una sentencia a muerte, la identificación para una contabilidad del exterminio. Pero él está seguro de que es un número de teléfono, el de esa hermosa muchacha de la estación. Así, escrito en la piel, no se le va a olvidar y en cuanto salga del campo lo primero que hará será llamarla.

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