sábado, 11 de julio de 2020

CORONACUENTOS (17): UCI




Cuando abandonó la UCI entre inesperados aplausos comprobó que se le habían olvidado muchas cosas. Se vio a sí mismo como un recién nacido, pero con la desventaja de ser consciente de todo lo que debería volver a aprender. Le costaba andar, tragar le resultaba dificultoso, tenía muchas lagunas en la memoria, la espalda en carne viva y la penosa sensación de que lo habían metido en un saco y durante dos meses, medio asfixiado, medio a oscuras, había tenido que soportar una inacabable tunda de golpes propinada por una pandilla de sádicos.

A cambio, había descubierto algunas cosas. Ahora sabía cómo hablarle a la muerte en su propio idioma, de tú a tú. Y, cada vez que respiraba, el aire le sabía a pura vida y gozaba con la certeza de  estar asistiendo a un milagro repetido.

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