domingo, 27 de octubre de 2019

LA OVEJA BLANCA





              Alguien le había dicho que en la sierra, en el ejido de un pueblo abandonado, pastaba un extraño rebaño de ovejas negras. Quería fotografiarlas. No le habían mentido: dio con él desperdigado en una ladera pedregosa, de hierba híspida y rala. El pastor no se movió: había adquirido la impasibilidad de los que nada esperan ni temen. Los perros de careo lo despreciaron por inofensivo. El mastín dormitaba soñando con lobas de pelaje azul. Cuando iba a disparar la cámara, la única oveja blanca del rebaño le lanzó una mirada especialmente ovina, que aún hoy -muchos días después- sigue tratando de descifrar.

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