Se las daba de original, de ir contra
corriente. Por eso empezó la peregrinación saliendo de Santiago de Compostela.
Disfrutaba con la extrañeza de los peregrinos que se iba encontrando en el
camino. A todos los saludaba con una amable sonrisa terciada de superioridad. Pero
hubo un problema inesperado: no supo dónde terminar. Lo que para todos era el
familiar punto de partida, para él -sin patria, sin hogar- era un lugar indefinido,
un imposible y lejano destino, siempre hacia oriente.
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