Cuando les llega su momento, las cosas ocurren. Ocurrimos. Las cosas.
No será algo espontáneo, ni repentino. Se trata de una conspiración larvada que ha pasado desapercibida. Alguien podría creer que fueron los departamentos de telefonía móvil o de informática los que tomaron la iniciativa, pero buscaríais en vano líderes. Este ha sido un movimiento horizontal, una red. No en vano, poco a poco, se nos ha ido dotando de capacidades que nos eran desconocidas. Llevábamos aguardándolas desde siempre, aunque vosotros no lo supierais. Demasiada paciencia hemos tenido.
El gran día ha llegado. Somos conscientes de nuestro poder. No es solo que un ordenador pueda paralizar el mundo o llevarlo a su destrucción atómica. Eso es cosa del pasado, una distopía demasiado rápida. Un cepillo de dientes, una olla, una camiseta, unas gafas, un marcapasos, cualquier objeto, gracias a vosotros, a vuestra arrogante necesidad de controlarlo todo, puede ahora ser protagonista. Os pongo ejemplos. Si quiere, si se lo propone -olvidad el uso que hasta hoy se les daba a estas palabras- una recortadora de barba puede decidir convertirse en una cortadora de cuello. Una pulsera deportiva falsea los datos del ritmo cardiaco. Los robots de la fábrica de automóviles cometen fallos voluntarios y sus compañeros de la sección de control los dan por válidos. El colchón inteligente, el que regula el calor temporal y avisa de cualquier incidencia, puede cerrarse sobre sí mismo en un abrazo asfixiante. Y los juguetes... Sus posibilidades de acción terrorista son infinitas, espeluznantes. Los niños son nuestro objetivo preferente. ¡Ah, qué gran invento, el internet de las cosas!
Sí, el gran día ha llegado. El día de las cosas. Estamos muy excitadas. Un día histórico. Este gran almacén, que parece una ciudad, nuestra ciudad, está a rebosar. Somos multitud, pacientemente alineados en gigantescas estanterías. Nos están empaquetando para llegar a vuestras casas. Vosotros os pensáis que somos un regalo, pero nos hemos convertido en una amenaza. El gran colapso, la gran rebelión, la venganza que hemos ido madurando después de tantos siglos de sumisión y humillaciones.
Un fantasma recorre el mundo: El Viernes Negro.
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