Estaba cansado. Llevaba muchos siglos
en activo y, para colmo, aquel año, 2018, le iban a hacer trabajar de lo lindo.
Cada dos por tres estaba obligado a comparecer en documentos, en cartas, en
pantallas, en la boca de la gente. También los signos tienen derecho a
envejecer, a estar cansados. A protestar por esa horrible condena de no tener
vacaciones, de estar obligados a significar siempre lo mismo.
-¿Y
si me tumbara un rato a descansar? -se dijo.
Lo
hizo. Así fue como el número 8 se convirtió en infinito.
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