viernes, 30 de marzo de 2018

CIGÜEÑAS




Moradoras de las ruinas.
Señoras del castillo.
Apenas un punto en el torreón que se resiste al hundimiento.







miércoles, 28 de marzo de 2018

EL NÚMERO




         Estaba cansado. Llevaba muchos siglos en activo y, para colmo, aquel año, 2018, le iban a hacer trabajar de lo lindo. Cada dos por tres estaba obligado a comparecer en documentos, en cartas, en pantallas, en la boca de la gente. También los signos tienen derecho a envejecer, a estar cansados. A protestar por esa horrible condena de no tener vacaciones, de estar obligados a significar siempre lo mismo.

       -¿Y si me tumbara un rato a descansar? -se dijo.

        Lo hizo. Así fue como el número 8 se convirtió en infinito.

domingo, 25 de marzo de 2018

LA HORA DEL PLANETA



Derroche de luz, ayer, en el parque, en la calle y en las casas, a las 20.40, a la hora del planeta.





Quizá es que tememos a la noche antigua, a esa obscuridad total donde podríamos reconocernos.
Quizá es que no sabemos vivir sesenta minutos desconectados, con los ojos apagados, en nuestro propio silencio o en conversación tranquila.
Quizá somos tan necios que no hemos aprendido a leer los avisos  del futuro en el vuelo triste de los pájaros, que no entendemos el valor de los pequeños gestos, esos que nos rescatan de nuestra rutina suicida.

viernes, 23 de marzo de 2018

DIA DEL AGUA





Estamos tan acostumbrados a los grifos que nunca pensamos en el milagro de los manantiales.


(Una reflexión de nuestro complementario, A. Cabal, a propósito del día del agua, celebrado ayer.)

miércoles, 21 de marzo de 2018

DÍA DEL ÁRBOL










                                                          PLANTA UN ÁRBOL


Planta un árbol. Mas no lo hagas por someter al tiempo a la ley del provecho o la hermosura, para lograr que el futuro sea fruto y flor, ni para que tus nietos rían y jueguen a su sombra mientras tú los contemplas desde la lejanía de los años, tal vez ausente ya, incapaz de sentir el latido de la tierra bajo tus pies helados. No lo conviertas en leña cuando llegue un invierno más difícil, ni extraigas de sus ramas secas ese calor pudoroso que nunca mostraron en vida. No esperes que te libre del dolor de las palabras. No pidas que te entierren a su vera para alcanzar el improbable consuelo de llegar a ser parte de su esencia, de ascender con él hacia la luz de otras muchas mañanas. No sea él la forma de un deseo, ni un exvoto.

Antes de marcharte, cuando sientas que vas a desprenderte de tu última piel, despídete de él, como el abuelo analfabeto de Saramago -criador de marranas- en un abrazo rápido, no vayas a perder tu vuelo. Despídete de él como quien se despide de un amigo amnésico y leal, alguien que no puede recordarte pero compartió el mismo aire de los mismos días. Siente con él, en su callada permanencia, la herida insondable de la nostalgia definitiva, de la distancia abisal que siempre os unió.

Planta un árbol en un acto de fe que nadie premiará. Y déjalo que crezca en plenitud, sin deber nada a nadie -ni siquiera a la mano de su plantador-, en la bella soledad de su inconsciencia.








lunes, 19 de marzo de 2018

SIEMPRE NIEVA EN LA INFANCIA




                                                                                                            Para Pablo, que ama la nieve.


Cuando llega la nieve, caen sobre nuestra memoria los blancos, mágicos copos que dan forma a la infancia. Y es tiempo de jugar. Hasta el Pico Frentes, tan mayor, tan adusto, se ha animado a jugar con nosotros al escondite  (ahora estoy, ahora no estoy) en esta hermosísima mañana de nieve, lluvia y niebla en el monte Valonsadero.
















domingo, 18 de marzo de 2018

NADA QUE DECLARAR



                Últimamente se cansaba mucho, sobre todo a última hora. Se notaba muy pesada por el embarazo y estaba deseando dos cosas: que se acabara la jornada  y poder acogerse a la baja cuanto antes. No podía decirse que el trabajo hubiera sido hoy especialmente duro: todos los días era muy duro. El flujo de pasajeros delante de su puesto de control era incesante, lloviera o nevara, fuera día de fiesta, época de vacaciones o martes y trece. A la gente le había dado por coger aviones y las medidas de seguridad eran cada vez más exhaustivas. Por su escáner pasaban cientos de maletas, paquetes, bultos, bolsos, carteras. Cajas de plástico con objetos metálicos, cientos, miles: llaves, monedas, cinturones, móviles, diademas, alguna navaja. En cualquier sitio podría esconderse la amenaza. No podía relajarse ni un minuto. Sus ojos se cansaban de escudriñar en la pantalla. A veces se producían momentos divertidos, como el que le acababa de suceder. Una señora llevaba la maleta llena de formas alargadas. Al abrirla rodaron fuera chorizos, lomos, salchichones.

                -Son para mi hijo que está de Erasmus –imploraba la buena mujer, temerosa de que le requisaran su alijo, suficiente para montar un negocio de exportación.

                -Come mucho su hijo, señora.

                Hasta aquí todo normal. De pronto, sus ojos entrenados para lo anómalo encienden todas las alarmas. En la pantalla una silueta inconfundible. Pestañea. Estoy obsesionada, se confiesa. Vuelve a pestañear. La imagen no se ha desvanecido. Se parece tanto a la última ecografía que le hicieron. La nariz chata, los ojos hinchados, la boca ansiosa, las manitas agarrotadas. La misma mancha desvaída de un cuerpecillo casi terminado. Se queda unos segundos petrificada. La dueña de la maleta aparenta unos cuarenta años mal llevados. El pelo con mechas canosas, revuelto, descuidado. Los ojos encendidos, de persona constantemente agitada. Las manos nerviosas. La risa nerviosa.

                ¿Qué hacer? La cadena está detenida. La compañera del puesto a su izquierda la interroga con la mirada. ¿Estás bien? Siempre tan amable, tan pendiente de ella desde que está encinta. Le hace un gesto con la cabeza: mira lo que hay ahí. También se sorprende, así que no son imaginaciones suyas, ni flojedad de cabeza, ni estrés. La compañera le confirma: hay  que abrir la maleta. Le susurra: tranquila, seguro que no es lo que parece.

                Lo que parece es el feto malogrado en mis pesadillas, se dice, al borde del llanto, temblorosa, antes de indicarle a la mujer que debe abrir la maleta. La mujer obedece de muy mala gana, enfadada, ofendida, casi histérica. Ni que fuera una terrorista. Primorosamente envuelto entre pañales con puntillas de encaje, el bebe asoma su cara inmadura.

                -Ya lo ve. Es un muñeco. ¿Cuál es el problema?

              -¿No llevará escondido nada dentro de él?

             Lo ha cogido con aprensión, anticipando la torpeza con que dentro de muy poco tomará en sus brazos de recién parida a su hijo. Asombrada por la exactitud de la copia. Lo inspecciona, lo palpa, lo sacude. Solo el tacto de la piel, a través de los fines guantes, la desengaña. Siente la tentación de poner el oído en el pecho para escuchar su corazón, ese corazón acelerado de los bebés, tan frágil, tan vigoroso. El galopar invencible del corazón de su hijo amplificado en la consulta.

                -Está bien, puede pasar. Pero le recomiendo que no viaje con él. Si da con otro compañero igual le obliga a dejarlo o lo destripa.

                Se asusta con su propia crueldad, con la última palabra que acaba de pronunciar. La compañera sabe de qué va la cosa. Ha visto un programa en televisión sobre esos muñecos que imitan a un niño pequeño con extraordinaria perfección. Reborn, los llaman. Madres frustradas, mujeres heridas por la pérdida más dolorosa, abuelas sin nietos los usan para consolarse, los cuidan como hijos de verdad, los visten, los sacan de paseo.

                La mujer de la maleta está recogiendo sus pertenencias, colocando otra vez al muñeco en su cuna de ropa. Amorosamente.

                -No vayas a llorar ahora, cielito -le musita, llenándole de besos el hueco de la orejita carnosa-. Todo ha ido bien. Te has portado genial. Los hemos vuelto a engañar. Y esta vez eran mujeres. En cuanto lleguemos a casa, mamá te dará tu ración de tetita.
                

jueves, 15 de marzo de 2018

ACEBAL




La niebla me miente
cantos de urogallo 
en el acebal.





















lunes, 12 de marzo de 2018

OBRERO

     












     Debe de resultar muy duro para una palabra resignarse a dejar de vivir en el centro y ser desterrada a la periferia, perder esa aureola invencible de lo casi prohibido y convertirse en un término inane, en desuso y con cierto aire -como se dice ahora- viejuno. 

     El franquismo quiso abolir esta palabra de aroma revolucionario y sustituirla por 'productor',  pero, como era de esperar, semejante disparate tecnocrático no cuajó. En aquellos años, utilizar 'obrero' en cualquiera de sus flexiones era significarse. Leer Mundo Obrero, interesarse por el movimiento obrero, ser un cura obrero, estar afiliado clandestinamente a Comisiones Obreras... 

     Cincuenta años después, la palabra ha pasado de moda, muy poca gente joven la emplea hoy. Sobrevive vergonzante en algunas siglas, pero preferimos trabajador, empleado, asalariado, operario... Da la impresión de que también algunos vocablos contra Franco vivían mejor. Ha dejado de ser peligrosa sin que nadie la haya perseguido. 

     La pintada que reproducimos de una pared actual nos resulta anacrónica, encantadoramente vintage o naif, una nieta nostálgica de aquellas de los años de la dictadura que podían salirte muy caras. Entonces no hubiera durado en el muro más de un día; hoy nadie le hace caso ni se molesta en borrarla, convertida en grito mudo, en símbolo inofensivo, igual que esas camisetas adornadas con los símbolos revolucionarios soviéticos ofrecidas como souvenir para turistas.

     El final de la revolución comienza con el desgaste de sus palabras.

viernes, 9 de marzo de 2018

LA CAÍDA



La inmolación
del agua en la cascada.
Su claridad.

¿Por qué esa prisa
que exige la pureza
al despeñarse?

¡Salir al mundo
en esta luz de marzo
tan sin sosiego!



















martes, 6 de marzo de 2018

ZASCA




     -Mucha gente busca la Felicidad en la Facilidad- pontificaba una tarde Cabal a la hora del aperitivo.

   -Y algunos, confunden los juegos de palabras con el verdadero ingenio- le replicó, implacable, Aguado.