Con hinchadas palabras afirman
que la fe –cualquier Fe- y la Esperanza –cualquier forma de esperanza o de
desesperación- son la fuerza que mueve al Viaje. Pero las consecuencias las
sufrimos nosotros. Dicen que hay que llegar hasta el final del camino para contemplar el
Pórtico de la Gloria y sentir, aunque sea por poco tiempo, la plenitud de ese
instante de Felicidad procurado por la culminación de un propósito.
Sin embargo,
desde nuestra humilde posición, tan próxima a la tierra, todas las palabras se escriben con minúscula y la felicidad es algo
mucho más simple que sucede cuando, después de una interminable jornada, el
duro sendero desemboca en una playa como esta y notamos, libres por fin de la
cárcel de las botas, la fresca y deliciosa blandura de la arena que alivia como
un bálsamo las plantas estragadas. No
conocemos otra gloria. Lo que suceda por encima de nosotros no nos concierne.
Firmado:
Los pies del peregrino.
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