martes, 16 de enero de 2024

UNA CALLE DE MOSCÚ








-Mira, Tonya, los Urales.

Pero en realidad lo que el espectador veía en la pantalla era el Moncayo.

Casi todo era falso en aquella película. Un actor egipcio interpretaba el papel de un médico moscovita y su amante estaba representada por una actriz inglesa. La estepa rusa había sido rodada en los campos de Gómara y el Moncayo debía pasar por los Urales. Ni siquiera la nieve era auténtica: aquel invierno no nevó en Soria y tuvieron que simularla con sal y polvo de mármol. Un enorme decorado de tramoya reproducía, en un barrio de Madrid, una calle de Moscú.

Pero sí hubo una cosa muy auténtica: la emoción con que algunos de los figurantes, simpatizantes comunistas clandestinos, entonaron a voz en grito La Internacional en plena dictadura franquista aprovechando el rodaje de una escena que recreaba una manifestación proletaria en la época de la Revolución Rusa. 

La pequeña verdad que late siempre, clandestina, en el corazón de las grandiosas mentiras.

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